jueves, 14 de febrero de 2008

EL CLIMA Y LA POBREZA

El cambio climático es tanto un problema de desarrollo como un problema ambiental. Un incipiente consenso mundial respecto del cambio climático acepta que es un problema que no puede esperar y debe abordarse antes de que sea demasiado tarde.

· Hoy el reto es doble: cómo reducir las emisiones perjudiciales de carbono y a la vez atender la demanda por energía de las poblaciones pobres del mundo. El Banco Mundial concentra su atención en las nuevas oportunidades económicas y sociales que genera la reducción de las emisiones de carbono.

· Los países que intentan escapar de la pobreza no deben ser sancionados por las consecuencias de los patrones de crecimiento dependientes de combustibles fósiles que existen en los países ricos. Sus aspiraciones de desarrollo deben ser prioritarias.

· Es imprescindible establecer un marco normativo mundial que proporcione los flujos financieros necesarios a los países en desarrollo. Este marco debe hacer coincidir las necesidades de energía para el desarrollo en el largo plazo con las innovaciones técnicas y los incentivos financieros necesarios para asegurar la transición sostenida a una economía de bajas emisiones de carbono.

Los pobres son los más afectados;

Los países en desarrollo son más vulnerables a los cambios climáticos que los países ricos y los pobres son los que están más expuestos a los fenómenos climáticos extremos, como inundaciones y sequías. Se estima que el cambio climático generado por las actividades humanas provocará una disminución de la productividad agrícola en las regiones tropicales y subtropicales, una reducción de la cantidad y la calidad del agua en la mayoría de las regiones áridas y semiáridas, un aumento de la incidencia del paludismo, el dengue y otras enfermedades transmitidas por vectores en las regiones tropicales y subtropicales y una degradación de los sistemas ecológicos y su biodiversidad. Además, la subida del nivel del mar a causa del aumento de temperatura proyectado podría provocar el desplazamiento de decenas de millones de personas que viven en zonas bajas, como los deltas de los ríos Ganges y Nilo, y poner en peligro la existencia misma de los pequeños estados insulares.

Si consideramos que el subdesarrollo es una de las causas principales de la pobreza de nuestros países, el cambio climático amenaza con hacer fracasar los ya débiles esfuerzos internacionales para combatir la pobreza. Los expertos dicen que el calentamiento global “amenaza con paralizar y revertir los avances conseguidos durante generaciones, no sólo en cuanto a reducir la pobreza extrema, sino también en salud, nutrición, educación y otros ámbitos”.

Si se fracasa en revertir los estragos que producen los gases de efecto invernadero, lo que nos espera es ver un aumento en las desigualdades sociales y que el 40% de la población mundial más pobre (2.600 millones de personas) tenga un futuro aún con menos oportunidades.
Puesto de otro modo, significa que la emisión de CO2 a la atmósfera se vino a convertir en uno de los obstáculos más preocupantes para que se cumplan en el 2015 los llamados Objetivos de Desarrollo del Milenio que fijó la ONU hace siete años.

En América Latina: La situación es de particular preocupación para varios países latinoamericanos cuyos avances en los últimos años les permite ubicarse en la lista que acompaña el informe en la llamada “primera categoría”, acompañando a 15 países desarrollados.Tal es el caso de Argentina, Chile, Uruguay, Costa Rica, Cuba, México, Panamá y Brasil. En la llamada “categoría intermedia” quedaron Venezuela, Colombia, República Dominicana, Perú, Ecuador, Paraguay, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Bolivia y Guatemala.
Pero aumentos en la temperatura del planeta de dos grados Celsius supondrían pérdidas del 60% de la producción de maíz de la que dependen dos millones de agricultores mexicanos, ponen como ejemplo los expertos.

El retroceso de los glaciales (fenómeno que ya se observa en países como Perú, Chile y Argentina) dejaría a millones de personas sin agua potable, al tiempo que otros tantos se verían desplazados por las inundaciones.

El estudio señala también una de las grandes contradicciones que se registran en América Latina y el Caribe, donde se calcula en unas 45 millones las personas sin acceso a la electricidad.
La mitad de esta cifra se localiza en Haití, Honduras, Bolivia, Nicaragua y Perú. Paradójicamente, allí la liberación de gases con efecto invernadero a la atmósfera es casi insignificante en relación con las emisiones totales.

Según el documento, sólo Holanda emite más CO2 que Perú, Bolivia, Colombia, Uruguay y todos los países centroamericanos juntos.

Los estudios efectuados por organizaciones internacionales atestiguan que el impacto del cambio climático afecta sobre todo a las poblaciones más empobrecidas del mundo, a pesar de ser las menos responsables de sus causas, puesto que pone en peligro la producción de alimentos, los suministros de agua, la salud pública y los medios de subsistencia en los países del Sur.

La región de Latinoamérica y Caribe es también muy vulnerable al cambio climático ya que el 44% de la población vive en la pobreza. El informe confirma que la temperatura y los patrones pluviales de la zona, hasta ahora regulares, están volviéndose menos predecibles y a menudo más extremos. Estos últimos años se han intensificado los huracanes y las tormentas tropicales, están desapareciendo los glaciares en los Andes y ha aumentado el nivel del mar, lo que afecta a gran parte de la población de la región
"Un buen clima para la inversión es vital para el crecimiento y la reducción de la pobreza", señaló Frantois Bourguignon, Vicepresidente Superior y Economista Principal del Banco Mundial, durante la presentación del informe. "Un sector privado dinámico crea empleos, ofrece bienes y servicios necesarios para mejorar los estándares de vida y aporta impuestos necesarios para realizar inversiones públicas en salud, educación y otros servicios. Sin embargo, es frecuente que los gobiernos pongan trabas a esas contribuciones creando sin justificación alguna riesgos, costos y barreras a la libre competencia".

El informe, denominado A Better Investment Climate for Everyone [Un mejor clima de inversión en beneficio de todos], se basa en encuestas realizadas a más de 30.000 empresas en 53 países en desarrollo, la base de datos Doing Business del Banco, estudios de casos y otras investigaciones recientes. El texto destaca las oportunidades de los gobiernos para mejorar el clima para la inversión a través de la ampliación de alternativas e incentivos para que empresas de todo tipo inviertan en forma productiva, creen empleos y crezcan.

A continuación el comunicado de prensa publicado en español por el Banco Mundial:WASHINGTON, 28 de septiembre de 2004 -- Para acelerar el crecimiento y reducir la pobreza es necesario que los gobiernos reduzcan los riesgos normativos, los costos y las barreras a la competencia que enfrentan empresas de todos los tipos, desde los agricultores y microempresarios hasta las empresas de manufactura locales y las sociedades multinacionales, según concluye el Informe sobre el Desarrollo Mundial 2005, que fue presentado hoy.

Los costos relacionados con las políticas que deben enfrentar las empresas también pueden ser considerables y minar la rentabilidad de muchas oportunidades de inversión. El informe del Banco Doing Business in 2005, publicado a principios de este mes, destacó la pesada carga que imponen las regulaciones anticuadas o mal concebidas. Por su parte, el Informe sobre el Desarrollo Mundial 2005 muestra que las regulaciones forman parte de un problema más amplio.

En efecto, el suministro deficiente de energía y otra infraestructura, la delincuencia y la corrupción pueden duplicar los costos de las regulaciones. Junto con una débil capacidad para hacer cumplir los contratos y las excesivas trabas burocráticas, tales costos pueden llegar a representar más del 25 por ciento de las ventas, lo que equivale a más de tres veces lo que las empresas suelen pagar en impuestos. Tan sólo los costos relacionados con las deficiencias en el suministro eléctrico representan más del 10 por ciento de las ventas en Eritrea, India y Kenia, mientras que los costos asociados a la delincuencia exceden el 10 por ciento de las ventas en Armenia, Azerbaiyán y Perú. Por su parte, los sobornos promedian más del 6 por ciento de las ventas en Argelia, Camboya y Nicaragua.

Las barreras a la competencia también son importantes y ponen obstáculos a la hora de ofrecer incentivos para que las empresas innoven y aumenten su productividad, aspectos clave de un crecimiento sostenible. Los altos riesgos y los costos elevados limitan la competencia, pero los gobiernos también son responsables de estas restricciones cuando imponen barreras normativas para entrar y salir de los mercados y no hacen esfuerzos suficientes para combatir el comportamiento monopólico de las empresas. Casi el 90 por ciento de las empresas de Polonia dijeron sentir fuerte presión de la competencia, el doble que en Georgia. En este sentido, según el informe, una mayor presión de la competencia puede aumentar en más de 50 por ciento la probabilidad de introducir procesos innovadores.

Un clima que no estimula adecuadamente la inversión también afecta a las pequeñas empresas y más aún a aquellas que existen en la economía informal. El informe descubrió que estas empresas enfrentan mayores dificultades para acceder a servicios públicos y de financiamiento, se muestran menos confiadas en los tribunales de justicia y consideran impredecible la interpretación de las regulaciones. Las limitaciones que implican costos fijos, como la necesidad de generar energía propia, también imponen una carga desproporcionada a las empresas más pequeñas.

Enel año 2004 el BANCO MUNDIAL a traves de su comunicado anual presento lo siguiente: Para acelerar el crecimiento y reducir la pobreza es necesario que los gobiernos reduzcan los riesgos normativos, los costos y las barreras a la competencia que enfrentan empresas de todos los tipos, desde los agricultores y microempresarios hasta las empresas de manufactura locales y las sociedades multinacionales, según concluye el Informe sobre el Desarrollo Mundial 2005, que fue presentado hoy.

Los costos relacionados con las políticas que deben enfrentar las empresas también pueden ser considerables y minar la rentabilidad de muchas oportunidades de inversión. El informe del Banco Doing Business in 2005, publicado a principios de este mes, destacó la pesada carga que imponen las regulaciones anticuadas o mal concebidas. Por su parte, el Informe sobre el Desarrollo Mundial 2005 muestra que las regulaciones forman parte de un problema más amplio.

En efecto, el suministro deficiente de energía y otra infraestructura, la delincuencia y la corrupción pueden duplicar los costos de las regulaciones. Junto con una débil capacidad para hacer cumplir los contratos y las excesivas trabas burocráticas, tales costos pueden llegar a representar más del 25 por ciento de las ventas, lo que equivale a más de tres veces lo que las empresas suelen pagar en impuestos. Tan sólo los costos relacionados con las deficiencias en el suministro eléctrico representan más del 10 por ciento de las ventas en Eritrea, India y Kenia, mientras que los costos asociados a la delincuencia exceden el 10 por ciento de las ventas en Armenia, Azerbaiyán y Perú. Por su parte, los sobornos promedian más del 6 por ciento de las ventas en Argelia, Camboya y Nicaragua.

Un clima que no estimula adecuadamente la inversión también afecta a las pequeñas empresas y más aún a aquellas que existen en la economía informal. El informe descubrió que estas empresas enfrentan mayores dificultades para acceder a servicios públicos y de financiamiento, se muestran menos confiadas en los tribunales de justicia y consideran impredecible la interpretación de las regulaciones. Las limitaciones que implican costos fijos, como la necesidad de generar energía propia, también imponen una carga desproporcionada a las empresas más pequeñas.

El progreso exige más que simples cambios en las políticas formales
Si bien muchos modos de mejorar el clima para la inversión requieren de cambios en las leyes y políticas, el informe destaca cuatro desafíos más profundos que los gobiernos deben abordar para lograrlo:

Concentrarse en los aspectos básicos

Los gobiernos deberían concentrarse en mejorar las condiciones básicas que sustentan un buen clima para la inversión a fin de beneficiar a todas las empresas y actividades de la economía. El informe analiza lecciones de experiencias en cuatro áreas clave:

-- Estabilidad y seguridad. La seguridad de los derechos de propiedad es fundamental para un buen clima de inversiones. En Polonia, Rumania, Rusia, Eslovaquia y Ucrania, cuando las empresas sintieron seguros sus derechos, reinvirtieron entre 14 por ciento y 40 por ciento más de las ganancias respecto de aquellas que no tenían la misma confianza. Esta seguridad se puede mejorar verificando los derechos de propiedad sobre la tierra y otros activos, perfeccionando el cumplimiento de los contratos, reduciendo la tasa de criminalidad y limitando las expropiaciones por parte del Estado.

-- Regulación e impuestos. La regulación y los impuestos representan aportes importantes para un buen clima para la inversión y otros objetivos sociales. Sin embargo, con bastante frecuencia se aplican enfoques que crean riesgos innecesarios, costos y barreras para la competencia que resultan en una expansión de la economía informal. Las reformas adecuadas incluyen aquellas que simplifican los procedimientos reglamentarios, como en el caso de Uganda y Vietnam, mejoran la administración tributaria, como en Kenia y Perú y modernizan la gestión aduanera, como en Marruecos y Ghana.

-- Financiamiento e infraestructura. Estos dos aspectos son aportes clave para la mayoría de las actividades de inversión. Los gobiernos obtienen mejores resultados cuando mejoran el clima para la inversión para los proveedores de estos servicios, en vez de involucrarse ellos mismos en su prestación.

-- Trabajadores y mercados laborales. Un buen clima para la inversión sirve para conectar a las personas con empleos dignos. Los gobiernos deben fomentar la existencia de una fuerza laboral capacitada y asegurar que las intervenciones en el mercado laboral beneficien a todos los trabajadores (incluidos los subempleados y aquellos que se desempeñan en la economía informal). También deben colaborar para que los trabajadores puedan encarar positivamente los cambios asociados con una economía más dinámica.

La clave es la persistencia, no la perfección

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