jueves, 14 de febrero de 2008

Origen étnico y pobreza

Esta iniciativa es parte de una serie de medidas tomadas por el BID con el objeto de cimentar y difundir un mayor conocimiento sobre las causas y consecuencias sociales de la exclusión social como resultado de la raza o el origen étnico, y el alcance de las políticas y programas disponibles para combatirla. Estas iniciativas son parte integral del esfuerzo del Banco para consolidar un consenso regional respecto de las causas, costos y posibles soluciones destinadas a resolver el problema de la exclusión social por raza u origen étnico.

La actual investigación de la Unidad se centra en el Brasil, el país con la mayor población de descendencia afrolatina y uno de los pocos de la región que compila datos sobre raza en sus encuestas de hogares. El estudio agrupa datos de hogares relativos a los ingresos de los trabajadores, el capital humano y las características de las fuentes de empleo con series de tiempo sobre proporción de alumnos/profesor por estado durante 1940/1990. Esa información se utiliza para investigar la función de la raza, los antecedentes y diferencias familiares tanto en cantidad como calidad de la educación y sus resultados en el mercado en lo que se refiere a desigualdad entre blancos y afrobrasileños, con énfasis en la función de la heterogeneidad no observable (que surge de las diferencias en "habilidad en el mercado" que puede incluir una habilidad innata y/o contactos familiares).

El análisis se basa en el cálculo de las regresiones de ganancias "quantile Mincer". Este procedimiento permite la identificación de la importancia relativa de los factores mencionados anteriormente en la contabilización de las diferencias de ingresos que tienen que ver con la raza en todos los puntos de la distribución salarial, no sólo en lo que se refiere a los salarios promedio.
Las conclusiones preliminares sugieren que la considerable ventaja de los blancos en la cantidad y calidad de la educación que reciben en comparación con los afrobrasileños explica gran parte la desigualdad en los ingresos sobre una base racial, lo cual también tiene una influencia importante en la desventaja intergeneracional de los afrobrasileños en lo que se refiere a capital humano.
También encontramos que los patrones de heterogeneidad en los resultados educacionales que son congruentes con el color de la piel desempeñan un papel importante en el acceso a fuentes de empleo mejor remuneradas y están condicionados a las características observadas del trabajador. Los resultados apuntan a la necesidad e importancia relativa de diversas políticas para promover la acumulación de capital humano y las instituciones del mercado laboral que reduzcan las disparidades que ponen a la población afrobrasileña en desventaja frente a todo el espectro de empleos en el mercado laboral brasileño.

Extraído de el artículo: Pobreza Urbana y Segregación social en Estados Unidos. Menú principal.Índice de Scripta Nova. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788. Nº 76, 15 de noviembre de 2000. LOS DEBATES SOBRE POBREZA URBANA Y SEGREGACIÓN SOCIAL EN ESTADO UNIDOS.1 Joan Vilagrasa Ibarz. Departament de Geografia i Sociología. Universitat de Lleida.
Discriminación Racial.

Otro grupo de estudios que ha orientado notables esfuerzos en los últimos años ha sido el de la pobreza con relación a las distintas etnias minoritarias.

Lógicamente y como se ha visto, los estudios sobre los afroamericanos han sido los más numerosos y han puesto de manifiesto que, sea por una larga historia de segregación racial, sea por la continuidad de rasgos racistas en la sociedad urbana norteamericana, la población negra sigue siendo la más afectada por la segregación y por las diferencias de renta.

Douglas Massey y Nancy Denton han estudiado la segregación espacial de asiáticos, hispanos y afroamericanos en las áreas metropolitanas concluyendo que son estos últimos los que cuentan con índices de segregación mas elevados. Ello es así, incluso, en las áreas suburbanas, de población de clase trabajadora y media. Contrariamente, la minoría menos segregada y más suburbanizada es la asiática, ocupando los hispanos un lugar intermedio entre ambas etnias y mostrando una gran diversidad de patrones de concentración o dispersión según en que ciudades (Massey & Denton, 1988).

Estos mismos autores han estudiado la evolución de la renta entre los grupos étnicos para concluir que fueron los negros los que experimentaron una bifurcación mayor, incrementándose la concentración de la riqueza y expandiéndose la pobreza, a la vez que ha decrecido la renta de las clases medias.

Por otra parte, la concentración de la pobreza es mucho mayor entre los afroamericanos que entre otras etnias, dada la gran emigración del gueto de las clases medias o altas.

Entre asiáticos e hispanos, en cambio, las comunidades mostraban una mayor mezcla social que diluía las capas de mayor poder adquisitivo entre los otros grupos sociales (Massey & Denton, 1990). Esto, que es cierto en el ámbito general debe matizarse para las ciudades concretas sobre las que hay estudios específicos. En Los Angeles, por ejemplo, parece ser que la reestructuración económica y la flexibilización del mercado de trabajo han incrementado la polarización social entre todas las minorías étnicas sin distinción (Ong & Blumenberg, 1996).

Pese al progreso social experimentado por parte de la población negra en los últimos años, los datos sobre segregación y nivel de renta muy inferior a la población blanca abonan la existencia de fuerzas profundas de segregación racial, además de las diferencias económicas. Reynolds Farley (1984) ha señalado como la evolución de diferentes indicadores entre 1960 y 1982 muestran un gran progreso social de la minoría negra pero, a la vez, no oculta que si el ritmo de crecimiento de la renta de estos 22 años se extrapola, los niveles de renta de la población blanca y la negra tardarían 300 años en igualarse. El nivel medio de ingresos de los afroamericanos está aún a un 60% del nivel medio de ingresos de los blancos (Fainstein & Fainstein, 1996) y, para algunos autores, tan solo la discriminación y el racismo explican las dificultades de progreso. Los negros viven aún segregados y aislados de las mejores oportunidades que tienen los blancos (Fainstein, 1993).

La polémica, aquí, se centra en incorporar criterios de clase para analizar las situaciones diferentes de la minoría negra, tal como establece Wilson, o bien en subrayar los criterios de etnia y de discriminación racial tal como establece Fainstein.

En el estudio de la pobreza, el aislamiento de los grupos afroamericanos de menores rentas (y por lo tanto un análisis de clases) ha permitido una mejor caracterización. Las características familiares con relación al mercado laboral y las estrategias de supervivencia en el gueto han sido temas recurrentes, ya apuntados desde los años sesenta, subrayados por Wilson en los años ochenta y ampliados en estudios posteriores. William J. Wilson había puesto de manifiesto la desestructuración familiar como una de las bases recurrentes de la subclase.

Esta ha ido incrementándose con relación a la salida de población negra adulta masculina del mercado laboral, puesto que las mujeres negras rechazaban casarse con desempleados. Estudios posteriores muestran que, siendo cierto este primer supuesto, las opciones familiares monoparentales, de gran incidencia entre las adolescentes y jóvenes afroamericanas han actuado negativamente, a su vez, en las oportunidades laborales (Holloway, 1990). Rechazo de madres solteras para puestos laborales y dificultades para compatibilizar el trabajo a tiempo completo y la maternidad serían los efectos más recurrentes. Recientemente se ha ensayado otra explicación para la creciente maternidad entre las mujeres jóvenes afroamericanas. M. Patricia Fernández (1994) ha estudiado el caso en las comunidades negras de Baltimore, apoyándose en encuestas y entrevistas. Frente a las teorías al uso (la conservadora que plantea la maternidad prematura como una desviación social promovida directamente por las políticas asistenciales, y la liberal, que la considera como un producto de la pobreza y de la descapitalización cultural) la autora concluye que la maternidad es una estrategia de las mujeres jóvenes para situarse en un nuevo estatus dentro del gueto. Como adultas entran en los circuitos sociales de su comunidad, con capacidad de acceso a diferentes oportunidades (desde la asistencia pública a la obtención de trabajos temporales...).

Esta visión, que no es contradictoria con la más estructural que relaciona la maternidad prematura con el mercado laboral restringido, subrayaría como los comportamientos sociales se ubicarían en una ecología social muy específica: el gueto y la pobreza como medio ambiente.
La pobreza entre la minoría hispana (22 millones, 9% de la población en 1990) ha sido recientemente estudiada, intentándose aplicar los supuestos de William J. Wilson elaborados para la subclase de etnia negra. (Moore & Pinderhughes, eds., 1993).

El resultado es un volumen que reúne varios casos sobre diversas ciudades y tipos de comunidad: puertorriqueños en Nueva York y Chicago, mejicanos en Los Angeles, Houston y en las áreas fronterizas entre Méjico y Estados Unidos, cubanos en Miami. Una visión global de los estudios, proporcionada por las editoras del libro, plantea diferencias básicas entre la pobreza afroamericana y la latina.

La diferencia fundamental estriba en que la primera se concentra en la capa más baja de una comunidad asentada desde hace muchos años, mientras que entre los latinos es el factor migratorio el definidor de la pobreza.

En este sentido, las poblaciones de inmigrantes son señaladas por la comunidad como "el otro", los invasores que amenazan las normas sociales y los principios económicos establecidos y, como tales, se encuentran abocados al aislamiento social (Laws, 1997).

Sobre el impacto de la reestructuración económica en el mercado laboral hispano apuntan variaciones fundamentales entre unas ciudades y otras. El desempleo de larga duración y las restricciones en las oportunidades de empleo han sido mucho más fuertes en las ciudades del este y medio oeste que en los otros lugares estudiados. Aún así, en California, donde el desempleo sería menor, la pobreza adopta una variante basada en el trabajo temporal de muy baja cualificación.

Entre los hispanos hay un grueso de trabajo nada desdeñable situado en el mercado informal (básico para los hispanos sin permiso de trabajo) y también en el mercado ilegal de la droga.
La concentración de la pobreza en la parte mas degradada del gueto, que apuntó Wilson para la minoría negra, no se da de forma tan acusada entre los hispanos.

A diferencia de las clases medias o trabajadoras negras que han emigrado de las zonas más degradadas, la mezcla social en los barrios hispanos es la norma más habitual, actuando de amortiguador social y evitando los procesos de degradación social tan acentuados en los guetos negros. La falta de "colchón social" en el gueto negro, señalada por Wilson, no es habitual en las zonas hispanas. Aun así, síntomas de aproximación a las situaciones apuntadas por Wilson se dan en algunos barrios de New York y Chicago.

Finalmente, como ha ocurrido con la minoría afroamericana, los recortes en las políticas asistenciales de los últimos años han afectado gravemente a las comunidades hispanas incrementando los niveles de pobreza.

Tanto en las comunidades hispanas como en las asiáticas se han destacado las redes sociales y la solidaridad étnica como factores de supervivencia de los inmigrantes pobres recién llegados. Determinados tipos de trabajo "étnicos" y gestionados por propietarios pertenecientes a minorías étnicas (las lavanderías chinas, los restaurantes, o en general los negocios gestionados por hispanos o asiáticos) servirían como primer peldaño en el proceso de asentamiento del inmigrante. Los procesos de socialización y de adaptación a la sociedad norteamericana estarían, por lo tanto, facilitados por redes sociales sólidas.

A pesar de ello, algunos estudios han destacado, más recientemente, las limitaciones y derivaciones negativas de las redes étnicas de acogida de los nuevos emigrados.
Tal es el caso de los inmigrantes asiáticos recientes en Sacramento (California), que con la creciente restricción de los servicios públicos y su inclusión en las redes laborales informales, que dependen de los asiáticos ya asentados, han visto incrementar la marginación, pobreza y dependencia, todo ello en el marco de unos supuestos vínculos étnico-solidarios (Smith, Tarallo & Kagiwada, 1991). Una análisis similar se ha realizado para los nuevos emigrados cubanos en Miami (Waldinger, 1993).

El estudio analiza por qué, incluso con mejor educación y capacitación laboral, la mayor parte de los 28 millones de indígenas de la región no logra mejorar su nivel de vida al mismo ritmo que los habitantes no indígenas.Una explicación, según este informe, es que, debido a la exclusión histórica de la que han sido objeto todavía tienen bajos niveles de capital humano, acceso limitado a tierras productivas, servicios básicos y mercados financieros e infraestructura de mala calidad.El documento concluye que los pueblos indígenas se desempeñan en pocas ocupaciones económicas, viven en zonas rurales y distantes y carecen de acceso a empleos bien remunerados en el mercado laboral principal.El Banco Mundial recomienda, entre otras cosas, el diseño de programas de desarrollo multisectoriales que incluyan más infraestructura, además de acceso a créditos, tierras, atención de salud, educación y nutrición. También propone elevar la conciencia respecto de las necesidades de los pueblos indígenas a través de iniciativas complementarias, que aborden tanto la pobreza como el desarrollo.

El desempleo, indicador de pobreza.
El nivel de desempleo abierto en las principales ciudades del país mostró un crecimiento de 37 por ciento entre marzo de este año y el mismo mes de 2003, mientras todos los indicadores complementarios de empleo y desempleo evidenciaron deterioro, y 50.6 por ciento de la población ocupada labora sin ningún tipo de prestaciones. En marzo apunta el Organismo, la tasa de desocupación abierta afectó a 3.86 por ciento de la población económicamente activa, aunque un año antes esta proporción de los habitantes en edad, condiciones para trabajar y en busca de ocupación era de 2.82 por ciento.
El reporte del INEGI, indica que los cinco centros urbanos con mayor proporción de desempleados en marzo 2003 fueron: Saltillo, con 5.8 por ciento; Toluca, 5.2; Cd. De México, 5; Pachuca, 4.9 y Durango, 4.8 por ciento de su población económicamente activa sin opción ocupacional.

Rezago educativo, indicador de pobreza.
En la actualidad hay 1.3 millones de indígenas entre seis y 14 años de edad. De ellos, 16.43 por ciento no asiste a la escuela, aunque hay estados más rezagados, como Chihuahua y Sinaloa, donde 40 y 61 por ciento de los niños indios no estudian la primaria, respectivamente.
Para el INEE es grave el hecho de que el 57 por ciento de los estudiantes indígenas estén en el nivel de competencia más bajo, porque eso no sólo les impide aprender español sino también el resto de las asignaturas. Estos alumnos tienen una comprensión muy literal de lo que leen, por lo que suelen tener problemas para abstraer ideas principales. Sólo un 12 por ciento de los alumnos de alguna etnia alcanza un nivel aceptable de lectura en relación con el promedio nacional de 17 por ciento, en los planteles indígenas apenas 0.67 por ciento del alumnado alcanza el nivel de competencia más alto mientras que en el ámbito nacional esta cifra es de 3.18 por ciento.
Dichos resultados, según el mismo instituto, se relacionan directamente con el grado de marginalidad de las poblaciones indígenas. El mismo estudio del INEE señala que la región corahuichol-tepehuana de Durango, Nayarit y Jalisco es la mas pobre de México. ¿Por qué el atraso educativo? Los números también dan la respuesta: 85 por ciento de los planteles indígenas están en un contexto sociocultural desfavorable.
Los bajos resultados están fuertemente relacionados con aspectos como el nivel educativo materno, ingreso en el hogar, condiciones de hacinamiento y características de la vivienda, así como disponibilidad de libros en el hogar.

En promedio dice el INEE, alrededor de 20 por ciento de las escuelas indígenas son incompletas(no ofrecen los seis grados de primaria) y 28 por ciento tienen un solo profesor atendiendo los diferentes grados con que cuenta la escuela.
Aunado a esto en un informe de la FAO-UNESCO[ se dice que en nuestro país se da una enseñanza en el medio rural pero no una educación dirigida a la población rural creada para y con las comunidades campesinas e indígenas.

Juan Carlos Tedesco afirma que el 80 por ciento de los resultados del aprendizaje, corresponden a las condiciones de vida de las familias, es decir que las condiciones del fracaso escolar son en alto porcentaje de las condiciones sociales y económicas de las familias. Ante la desnutrición, la violencia o la desintegración familiar el proceso educativo es mucho más complejo. La nueva pobreza, es más que bajos salarios es una exclusión de la sociedad que no permite que los menores puedan adquirir un proyecto de vida.

La enfermedad, indicador de pobreza.

En el medio rural, uno de cada seis niños padece desnutrición activa en alguno de sus grados, lo que afecta su crecimiento y maduración, colocándolo en desventaja para el aprendizaje escolar, este es un problema que esta ligado a la pobreza y sigue el mapa de la miseria que se genera en el país, el llamado desarrollo desigual permite crear tres zonas donde la intermedia y la del sur presenten los mayores problemas. Mientras en Sonora cerca de 87 por ciento de los niños registra un crecimiento normal, en Guerrero –sobre todo en la montaña- 63 por ciento esta desnutrido y 10 por, por una mala calidad en la alimentación ciento padece de desnutrición en tercer grado, que es la más grave. Preciso también que después de Guerrero, el segundo lugar en depauperación, seguida de Chiapas, Puebla y Veracruz. Y si se toma el promedio la desnutrición infantil alcanza 42.8 por ciento en la categoría de primer grado. El especialista indicó que en la nación existen un millón de niños de entre cero y cinco años de edad con crecimiento insatisfactorio en estatura.

La desnutrición es el resultado de deficiencias múltiples. La más importante de ellas es la cantidad insuficiente de energía que consume la persona para realizar sus actividades cotidianas, a la que se agrega deficiencia de proteínas, hierro, vitamina A, entre otras.

1 comentario:

Unknown dijo...

Muchas gracias por este texto, muy interesante la revisión. Saludos ¡ Ulyses Huesca. Yucatán, México